El Petirrojo en el Establo del Niño Jesús Leyenda Irlandesa




Cuenta la leyenda que la noche en que nació Jesús era tan fría que entraban grandes rafagas de viento helado al pesebre, tanto así que su Madre María era incapaz de mantener al niño Jesús cálido en el establo.

Maria, se encontraba sola porque José había salido en busca de alimentos y ropas para el niño Jesús. El viento soplaba constantemente en el establo y el fuego estaba a punto de apagarse. María estaba preocupada y pidió a los animales en su establo que la puedan ayudar.

En primer lugar, preguntó el buey que sople sobre las brasas para que el fuego continúe. Pero el buey estaba profundamente dormido y no podía oír los ruegos de María pidiéndole ayuda.

A continuación, le pidió al burro, al caballo y la oveja, pero fue en vano todos estaban o dormidos o muy cansados para acudir a los ruegos de María.

María había perdido la esperanza, pero de pronto se sorprendió cuando oyó el aleteo continuo de alas de un pequeño pájaro que se encontraba con su nido cerca del establo.

La avecilla al ver la impotencia de María, decidió ayudarla a mantener cálido el establo. Así, agitó sus alas fuertemente en el carbón que estaba por extinguirse y fue a buscar algunas ramas secas fuera del establo para avivar el fuego, pese a que arriesgaba su vida al enfrentarse al clima tan frio y los fuertes vientos que habían en el exterior.

Este trabajo evito que las brasas se apaguen por completo, pero la llama se elevó súbitamente, quemando el pecho del pajarito y lo convirtió rojo.

A pesar de hacerse daño, el ave continuó sus esfuerzos para mantener el fuego aleteando continuamente, sólo para asegurarse que este cálido el establo para el niño Jesús.

María se sintió tan conmovida por el gesto amable de este pequeño pájaro que lo bendijo al día siguiente en la mañana, diciéndole "A partir de ahora, tu pecho rojo sera un recordatorio de tu buena acción y por ello te llamaras Petirrojo".





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